Tras una negociación, donde el alcalde de Atlatongo fue detenido por los pobladores, los 18 detenidos por el linchamiento ocurrido el día de ayer quedan libres.

En las primeras horas de este martes, 24 de mayo, un joven fue secuestrado en la comunidad de Atlatongo, en el municipio de Teotihuacán en Estado de México. Los vecinos se comenzaron a organizar y unas horas después sacaron a 2 hombres y una mujer a golpes, culpándolos del secuestro.

La gente se llevó a quienes acusaron del secuestro a la plaza del pueblo. La golpiza se prolongó hasta que uno de ellos perdió la vida. La policía intentó entrar por las víctimas pero el pueblo no se lo permitió. Al final pudieron entrar y llevarlos a una ambulancia y eso desató un enfrentamiento entre los habitantes de Atlatongo y la policía. El saldo del enfrentamiento fue de 18 detenidos. La mujer, quien estaba inconsciente al momento de ser rescatada, murió en la ambulancia. Sólo uno sobrevivió.

Una vez que se calmó el enfrentamiento, el pueblo se preocupó por los detenidos. Así que se reunieron en el kiosko para decidir cuál sería su próximo movimiento. Arturo Cantú Nieves, alcalde de Teotihuacán, decidió entrar al kiosko para dialogar con los pobladores sobre sus inconformidades. Nunca se imaginó que sería privado de su libertad durante unas horas, ya que la comunidad decidió negociar con las autoridades la libertad de los 18 detenidos por la libertad del alcalde.

La Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM) declaró, hoy por la mañana, que no se puede “establecer la flagrancia de algunos de estos sujetos en el delito de homicidio”. Con lo cual tanto los 18 detenidos el día de ayer como el alcalde Cantú quedaron en libertad.

Hace unas horas el secretario de Gobierno Mexiquense, Jorge Manzur Quiroga, declaró que la tercer víctima del linchamiento ya testificó ante las autoridades. Al parecer sí pertenecía a una banda de secuestradores. La noche de ayer el joven secuestrado fue liberado a 30 km de Atlatongo.

Sin duda alguna este es un caso que desnuda la vulnerabilidad que vive mucha gente en nuestro país. Donde la policía ni siquiera es capaz de estar al pendiente que en un pueblo la gente se organice por un secuestro, identifique a los culpables y los detenga. Probablemente la presencia policíaca ni siquiera exista en Atlatongo como en muchas zonas del país. Además tomando en cuenta la alta corrupción de varios niveles de gobierno con el crimen organizado, queda claro por qué la gente considera al linchamiento un forma “justa” de combatir a la delincuencia; la batalla para ellos es entre el pueblo y la delincuencia, no entre la delincuencia y la policía.

Por otro lado qué difícil sería justificar la agresión arbitraria y la violencia de la gente, por respaldarlo bajo la manta “del pueblo”. Si las autoridades permiten los linchamientos en muchas partes del país, lo único que hacen es alimentar una cultura de la violencia. Una cultura de la violencia donde, al igual que en la jungla, el que tiene mayores posibilidades de golpear al otro está en todo su derecho si quiere; donde las mayorías pueden imponer la intolerancia bajo el escudo de “protección”; y donde algunos vecinos pueden amedrentar a desconocidos gracias a sus relaciones sociales.

El punto de que haya autoridades policíacas, es para preservar un ambiente de convivencia sana, digamos sin crimen ni violencia. Pero si las autoridades en nuestro país ayudan a preservar un orden a ciertos grupos delictivos y marginan a las colonias más populares ¿entonces qué deberían de hacer la colonias que más sufren la delincuencia?

La PGJEM ha declarado que sí se buscará a los responsables del linchamiento del día de ayer ya que “nadie puede hacer justicia con su propia mano”; lo cual es lógico si se busca fomentar una convivencia pacífica. Pero la realidad es que las autoridades no van a detener los linchamientos, ni la “justicia popular”, a menos de que garantice una vida segura para los habitantes.

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