El gobierno de Japón aprobó liberar a mar abierto las aguas contaminadas por la planta nuclear de Fukushima, desactivada debido al terremoto y tsunami ocurridos en 2011.

Planta nuclear de Fukushima.

La decisión fue tomada por el primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, luego de reunirse con su gabinete para la implementación del proyecto.

Se estima que la cantidad de agua es de 1.3 millones de toneladas. Se encuentra almacenada en grandes tanques de la planta Tokyo Electric Power Co (TepCo), que tienen un costo aproximado de 912 millones de dólares anuales.

Yoshihide Suga afirmó que el agua pasará por un proceso de desintoxicación, que el vertimiento comenzará dentro de dos años, y que podría durar décadas.

Expertos comisionados del gobierno recomendaron la liberación a principios del 2020, argumentando que es un método ya existente en el extranjero con plantas nucleares activas.

Los países vecinos demostraron su descontento con el proyecto. El ministerio de relaciones exteriores de China indicó: “Esta acción es extremadamente irresponsable y dañará gravemente la salud, la seguridad pública internacional, e intereses vitales de las personas en los países vecinos”.

Asimismo, Corea del Sur instó al embajador de Japón en Seúl a protestar por la medida.

Greenpeace, organización ecologista dedicada al cuidado del medio ambiente, opinó que el agua se debe seguir almacenando hasta que la tecnología pueda descontaminarla por completo:

“La decisión de verter al agua contaminada al océano traerá grandes problemas en el futuro”, señaló la ONG través de un comunicado.

Asimismo, la industria pesquera del país se opuso, pues advierten que los consumidores se negarán a comprar los productos de la región.

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