El Halloween, tal como se celebra en la actualidad en México y en muchos otros lugares del mundo, tiene sus raíces en tradiciones cristianas, y en cierta forma también en tradiciones celtas, así como en influencias culturales europeas y estadounidenses.

Sin embargo, es importante destacar que ni el Día de Muertos, ni el Halloween, son festividades surgidas en el continente americano, sino que han sido adoptadas de otras culturas y se ha mezclado con las festividades locales.

Tradicionalmente se relaciona al Halloween con las tradiciones europeas de los celtas, en particular la festividad conocida como Samhain, que marcaba el final de la temporada de cosecha y el comienzo del invierno.

Ellos creían que en la víspera de Samhain, el 31 de octubre, la línea entre el mundo de los vivos y el de los muertos se hacía más tenue, permitiendo que los espíritus de los difuntos regresaran al mundo, y para ahuyentar a los “espíritus malignos”, la gente se disfrazaba y encendía grandes fogatas.

La celebración de Halloween en América del Norte, con sus disfraces, calabazas talladas y dulces, se basa en gran medida en las influencias de los inmigrantes irlandeses y escoceses que llevaron sus tradiciones a Estados Unidos y Canadá a finales  del siglo XIX.

La tradición de tallar calabazas, los disfraces de espantos, la creación de decoraciones de Halloween y dar dulces, se popularizó en toda Norteamérica a principios del siglo XX, incluyendo toda la zona norte de México, especialmente en la ciudad de Monterrey, en donde a mediados del siglo pasado ya hasta en los Jardines de Niños (instituciones pre-escolares o kindergarten) les hacían fiestas a los niños ese día.

Obviamente en México, también existe la festividad tradicional del «Día de los Muertos», que guarda muchas similitudes con el Halloween, que se celebra el día 2 de noviembre. Pero vale la pena conocer sus orígenes reales para no confundirnos.

El Halloween fue inventado en el siglo VII por los mismos cristianos católicos, el nombre del “Halloween” proviene de la festividad cristiana de la «Víspera del día de todos los santos», que en inglés antiguo era “All Hallows Eve”, la cual se realizaba el 31 de octubre, un día antes del «Día de Todos los Santos» que es el 1 de noviembre, que también es muy popular en Irlanda y Escocia.

El Papa Bonifacio IV en el año 609 oficializó la festividad para honrar a la Virgen María y a todos los mártires de la iglesia católica. Pero con el paso del tiempo se extendió a todos los santos, y por eso surgió su nombre actual de “Día de Todos los Santos”. Esta fiesta religiosa se hacía los días 13 de mayo, pero el Papa Gregorio III, en el siglo VIII, la cambió y la pasó al 1 de noviembre.

Tiempo después también se instituyó el día 2 de noviembre como “Día de los Fieles Difuntos”, hoy conocido como el “Día de Muertos” en honor a todos los fieles que, según la creencia, sus almas estaban “en el Purgatorio esperando su entrada al Cielo”.

Hoy en día en México, como descendientes de los aztecas, tlaxcaltecas y mayas, durante el Día de los Muertos, se honra a los seres queridos fallecidos, tradicionalmente creyendo que las almas de los difuntos regresan a visitar a sus familias. Por ello se les construyen altares con ofrendas, que se decoran con comida y con las típicas calaveras de dulce, y en algunas regiones rurales se organizan procesiones para rogar por su descanso eterno, y para pedir y repartir golosinas entre los niños.

En las últimas décadas, gracias a la globalización y a los medios de comunicación, Halloween se ha vuelto mucho más popular en México, especialmente entre los jóvenes de las zonas urbanas. Pero es importante destacar que Halloween no es una que le reste algo a la celebración del Día de los Muertos, todo lo contrario, le aporta de su característico folklor.

Estas festividades surgieron del característico sincretismo de los romanos que fue heredado por todas las culturas por donde tuvieron su dominio, y transmitido de generación en generación a todos sus descendientes.

No hay nada de maligno en el Halloween, una bella tradición adoptada voluntariamente por el pueblo mexicano, así como la bella tradición del Día de Muertos, que con su espiritualidad nos hace recordar el final del camino que todos tendremos.

Que todos tengan una muy bella y desmitificante noche.

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