Las várices son venas dilatadas que se inflaman y se elevan a la superficie de la piel. Pueden ser de un color morado o azul oscuro y parecen estar torcidas y abultadas.

Éstas se desarrollan cuando las válvulas venosas que permiten que la sangre fluya hacia el corazón dejan de funcionar adecuadamente. Como resultado, la sangre se acumula en las venas y provoca las dilataciones.

Además de lo visible, frecuentemente ocasionan otros daños como: pesadez en las piernas, calambres, comezón y dolor. La genética, las hormonas y el embarazo son algunos de los factores que desencadenan su aparición.

Las várices afectan 1 de cada 2 personas mayores de 50 años y son más comunes entre las mujeres que entre los hombres.

Existen diversos tipos de várices y se clasifican de la siguiente manera:

  • Várices grado 1: En ocasiones pueden producir cansancio y sensación de pesadez en las piernas. Por lo general no se les presta atención.
  • Várices grado 2: Visibles y onduladas. Se consideran un problema de salud que va avanzando y produciendo dolencias con la edad. Éstas requieren tratamiento médico.
  • Várices grado 3: Saltan a la vista y no sólo pueden aparecer en piernas femeninas, sino que también afecta a los hombres. Ocasionan daños graves en las venas y a nivel circulatorio.
  • Várices grado 4: Surgen como consecuencias de las várices de tercer grado. En gran escala causan problemas en la piel, tales como: pigmentación, dureza y pérdida de tersura. Es fundamental la presencia de un especialista para tratar estos casos.

¿Cómo prevenir las várices?

  1. Evita permanecer de pie o sentada por largos períodos de tiempo. Si tu trabajo o actividades diarias te obligan a estar en la misma posición por muchas horas, lo más recomendable es que intentes moverte cuanto puedas o cambiar el peso de un pie al otro. También evita sentarte con las piernas cruzadas, ya que esto impide que tengas una buena circulación. Mantén las rodillas bien firmes, flexiona los músculos de las pantorrillas y gira las articulaciones de los tobillos.
  2. Realiza ejercicio. Esto te ayudará a tonificar y fortalecer los músculos de las piernas y a mejorar la circulación. Puedes empezar con actividades fáciles, como caminar, trotar, andar en bicicleta o nadar, esto por lo menos 5 veces a la semana y durante 30 minutos.
  3. Evita el sobrepeso. Estar en tu peso ideal te ayudará a mejorar la circulación. El sobrepeso colabora con la aparición de las várices porque la presión extra ejercida sobre las venas hace que las mismas se debiliten y se hinchen. Por lo que es recomendable que elijas un plan de alimentación y una rutina de ejercicios adecuada para tu organismo.
  4. Lleva una dieta saludable. Esto te ayudará a estar en forma y a mejorar la circulación de la sangre evitando la aparición de várices. Lo ideal es que optes por una dieta rica en proteínas, vitaminas, minerales y fibras. Éstas últimas son fundamentales, ya que dan una sensación de saciedad por más tiempo, ayudan a mejorar la digestión y previenen el estreñimiento.
  5. Usa medias de compresión. Éstas ayudan a disminuir la hinchazón de las venas, mejorando así la circulación. La compresión presiona los músculos de las piernas, permitiendo que la sangre fluya mejor hacia el corazón.
  6. Evita el uso de tacones y ropa muy ajustada. Cuando los tacones son utilizados durante un largo período de tiempo, pueden ocasionar problemas de circulación. Esto ocurre porque el principal esfuerzo lo hacen los músculos de los glúteos en lugar de los de las piernas. Intenta utilizar zapatos con tacón bajos o sandalias. Si tienes que llevar tacones altos obligatoriamente, después de usarlos, eleva las piernas durante un rato. Lo mismo sucede con la ropa ajustada, limitan el flujo de la sangre, aumentando el riesgo de la aparición de várices.

Si las venas son muy dolorosas o si le desagrada su aspecto, el médico puede recomendarle procedimientos para eliminarlas.