¿Puede alguien resucitar a un ser querido?

Este enigma que la humanidad se ha hecho a lo largo de la historia es traído a estos días en la película “Baghead. Contacto con la muerte”, dirigida por el londinense Alberto Corredor.

Entra a salas de Cinépolis este 8 de febrero, de la mano de la distribuidora Imagem Films, y lo hace con el propósito de asaltar con terroríficas escenas a los espectadores mexicanos.

Tras la muerte de su padre, interpretado por Peter Mullan, Iris, encarnada por Freya Allan, descubre que ha heredado un antiguo bar en ruinas.

Viaja a Berlín para identificar el cuerpo de su padre y reunirse con el abogado, rol a cargo de Ned Dennehy, para hablar sobre su herencia.

Lo que ella no sabe es que, cuando firme las escrituras, quedará ligada a una entidad indescriptible que habita en el sótano del bar: Baghead, una criatura que cambia de forma y puede tomar la forma de cualquier persona que haya muerto.

Dos mil dólares en efectivo por dos minutos con la criatura es todo lo que necesita la gente para hablar con sus seres queridos y calmar su dolor.

Interpretado por Jeremy Irvine, Neil ha perdido a su esposa, y se convierte en el primer cliente de Iris.

Al igual que lo hizo su padre, Iris se siente tentada a explotar los poderes de la criatura ayudando a personas desesperadas por algo de dinero.

Pero pronto descubre que romper la regla de los dos minutos puede tener consecuencias aterradoras. Junto con su mejor amiga Katie (Ruby Barker), Iris debe luchar para mantener el control de Baghead y tiene que descubrir cómo destruirla antes de que ella acabe con ellos.

Corredor trabajó estrechamente con los guionistas Bryce Maguire y Christina Pamies, y todos se esforzaron por preservar el concepto central de la historia incluso cuando cambiaron algunos personajes y ubicaciones insertaron cuidadosamente algunas tramas a la historia.

Corredor presentó previamente un corto con el mismo título, una historia ubicada en Inglaterra, pero grabarlo en Berlín añadió más misterio al personaje central, Iris.

Para Corredor, que debuta con esta película, los cuatro años entre el estreno de su corto y el rodaje de una película de estudio fue todo un viaje.

“Ver todo el proceso y llegar al punto en el que realmente se concreta… a veces te sientes un poco perdido”, ríe el director, “a veces ha sido estresante, pero ha sido un viaje muy agradable. He aprendido mucho y he hecho muchos amigos”.

“Lo que me atrajo de la historia fue el personaje”, explica. “La llamamos bruja, pero en realidad no es una bruja, es más bien una metáfora del duelo, y estoy muy interesado en este tema. Creo que es algo que conecta a todo ser humano porque en algún momento todos pasamos por este proceso de pérdida y añoranza de cosas que estuvieron en nuestras vidas que nunca más volveremos a tener. Es un tema universal que todos entienden. Eso es lo que me atrajo a hacer una película sobre ello”.