Es sabido que los conflictos nacionales e internacionales son el pan de cada día para los intereses de unos pocos. El mundo nunca ha tenido un segundo de paz, cuando acaba una disputa en un lugar comienza otro en alguna parte. La guerra es la misma, lo único que cambia son los actores y los contextos; siempre habrá muertos, heridos y destrucción física y moral.

No está de más recordar las matanzas durante la conquista; la época del oscurantismo con sus persecuciones y masacres; la gran guerra; el genocidio armenio; la Segunda Guerra Mundial de la que sólo se tiene una “verdad” y si es puesta en duda o se investiga abiertamente las consecuencias serán graves; la Guerra de Vietnam en la cual el ejercito americano fue derrotado, hecho que nunca aceptarán; la Guerra Fría donde el mundo se dividió en dos, el bloque soviético y el estadounidense.

Paulatinamente hace poco más de dos décadas y a consecuencia de disputas pasadas, un nuevo monstruo comenzaba a tomar forma para expandirse y sembrar el terror.

Para entender un poco del porqué y de cómo gestó raíces hay que trasladarnos al pasado.

En el año 613 D.C. un hombre de unos 40 años llamado Abu l-Qasim Muhammad ibn (Mahoma) habitante de La Meca, quien se encontraba meditando en el desierto creyó tener una revelación de Alá (Dios) comunicándole cual era la verdadera fe que debía seguir.

A partir de ese momento el señor Muhammad comenzó a presentarse en la ciudad como el continuador del legado de Moises y Jesús, declarando abiertamente que los dioses tradicionales árabes eran falsos y que la Kaaba, estructura donde éstos veneraban a sus deidades, debía volverse templo de devoción para con el Dios Judeo-cristiano.

En el 622 D.C., decide trasladarse junto con su séquito a Medina, como método de escape a la persecución de los árabes que habitaban en La Meca. Este fue el punto clave para la expansión del Islam. Primero la expulsión de los paganos de Medina, después la ocupación de La Meca en el 630 D.C y por último la conquista de toda Arabia Occidental.

Antes de su muerte, en el 632 D.C, Mahoma había proclamado como su sucesor a Abu l-Hasan Ali Ibn Abi Tálib, su yerno y más fiel colaborador. Deseo que nunca ocurrió hasta después de 30 años y siendo antecedido por tres Califas.

Está fue la razón que marcó la división irreconciliable de la comunidad Islámica en dos vertientes: los sunitas (actualmente con más seguidores) aquellos que alegan que el sucesor de Mahoma debe ser elegido por la comunidad musulmana y los chiíes quienes afirman que aquel que suceda al profeta tiene que tener parentesco con él.

A pesar de que ambas corrientes veneran al mismo Dios, esa diferencia tiñó de sangre la región árabe y ahora el mundo.

En este conflicto y sin saberlo, occidente se fue inmiscuyendo lánguidamente en el siglo XX. Hechos que lo demuestran son: El Dominio de Reino Unido  sobre Palestina en 1917; La persecución y genocidio Armenio por parte del imperio turco Otomano, entre 1915 y 1917, en donde Francia tomó partido ayudando a restablecer las tierras a los primeros; el nacimiento del estado de Israel en 1948 con el apoyo de los aliados en cabeza de los Estados Unidos, dando inicio a la persecución palestina; la invasión de la URSS sobre Afganistán, entre 1978 y 1989 y la primera guerra del golfo en 1990. Siendo las dos últimas claves para que los seguidores de Alá declararan su Yihad contra occidente.

En 1988 surge Al-Qaeda,  una organización apoyada y entrenada por la CIA de los Estados Unidos desde que apenas era un conglomerado de Muyahidines, cuyo fin no era otro que resistir y expulsar a las fuerzas soviéticas de Afganistán.

Su fundador era Osama Bin Laden, un joven musulmán hijo de un empresario adinerado de la industria constructora de la región Árabe, quien era financiado por millonarios Islámicos Sunitas cuyos fondos se destinaban para el reclutamiento y la compra de armas.

Después de la derrota soviética, Al-Qaeda no veía con buenos ojos a Estados Unidos que pasó de ser su aliado vital a su principal enemigo, de esta manera floreció el odio contra la estrella de Norte América, ganando adeptos y adquiriendo fuerza.

A pesar de que en 1993 la red yihadista efectuó un atentado en el interior de un parqueadero de una de las torres gemelas, no fue hasta el 2001 que fueron tomados en serio. Una serie de atentados consumados por Al-Qaeda destruyeron el complejo financiero y parte del pentágono, dejando un saldo de más de 3000 muertos y 6000 heridos.

Estados unidos en represalia declaró la guerra contra el terrorismo a la cual se le unieron otras naciones que emprendieron en conjunto la búsqueda de Bin Laden desplegando tropas por todo el territorio Iraquí y Afgano principalmente.

El 1 de mayo de 2011 los resultados parecieron dar frutos cuando el grupo élite Navy Seals dio de baja al que los medios apodaron como el hombre más buscado del mundo, pero las nuevas cruzadas del siglo XXI apenas iniciaban. Mientras se efectuaba la guerra contra el terror, como la llamó el Ex -presidente George Bush a quién se le asocia con la familia Bin Laden,  emergían más facciones de extremistas a lo largo y ancho del territorio islámico bajo la excusa de que no se dejarían invadir por occidente y que eliminarían a todos infieles de la faz de la tierra.

Entre los grupos más representativos tenemos a Al-Quaeda en Irak que después de que su líder Abu Musab al-Zarqawi fue abatido en un bombardeo en la ciudad de Baquba cambió su nombre a ISI (Estado Islámico en Irak). En 2012 surge el frente Al-nusra en Siria, con el propósito de derrocar el gobierno chiíta de ese país. Si eso hubiera ocurrido habrían tenido vía libre en la creación de un estado islámico bajo el código moral y la ley religiosa que rige a estos fanáticos, la Sharía. Un año más tarde estos dos grupos se fusionan formando lo que conocemos actualmente como ISIS (Estado Islámico en Irak y Siria) desencadenando una ola de terror a nivel mundial.

El grupo pretende implantar un califato y expandir el Islam por toda la esfera, su método aunque parezca increíble es simple, generar terror a aquellos que no pertenezcan al Islam, que no lo sigan a cabalidad o que pertenezcan a otras etnias o tribus, con actos de amedrentamiento bastante crueles como las decapitaciones, masacres públicas, ataques suicidas, la ley del ojo por ojo y diente por diente, sin tener en cuenta edad ni sexo y ahora el terrorismo puerta a puerta.

Lo increíble y desalentador es la propaganda, cuya banderas son:

  • Los videos excelentemente elaborados reflejando cierto tecnicismo en los planos, los cambios de cámara, la fotografía, la iluminación, el audio impecable. La producción y la posproducción de este material son hijas innegables del estilo hollywoodense, pero con cierta diferencia que radica en que el discurso es consecuente con sus acciones, que algún día, espero pronto, sean condenadas.
  • Las   publicaciones por ejemplo: el informe anual de resultados que condensan detalles técnicos de las atrocidades que comenten y su plan público de expansión en los próximos años.
  • La difusión de sus autores a través de las redes sociales momentos después o mientras perpetran los crímenes.

Gracias a ello, con paso lento pero que se acelera conforme pasa el tiempo, han logrado ganar terreno en otras regiones, como es el caso de África, donde el grupo Boko haram que milita en Camerún, Chad, Nigeria y Niger, ha sido artífice de numerosas atrocidades, se ha adherido a las ideologías de la Sharía y le ha jurado lealtad al Daesh; lo cual deja en claro que los dos únicos requerimientos que se necesitan para ser militante son: convertirse al Islam más radical y estar dispuesto a matar y a morir por la Yihad. Para ellos no importa la raza ni la nacionalidad sólo estas dos consignas.

ISIS trascendió de ser un grupo terrorista a una Institución del terror con una estructura empresarial donde convergen distintas áreas; dirección, administración, logística, marketing, producción y ejecución .

Ya no es sólo Siria, Palestina, Irak, África occidental, Francia, Alemania o Estados Unidos, mientras el DAESH continúe en pie el mundo estará en peligro.

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