Esta semana se estrena El club de los insomnes (2017), representante del cine mexicano indie, escrita y dirigida por los debutantes Joseduardo Giordano y Sergio Goyri Jr. Cuenta con las actuaciones de Cassandra Ciangherotti, Leonardo Oztigris y Alejandra Ambrosi.

El club de los insomnes cuenta la historia de Santiago (Oztigris), un “godínez” con insomnio crónico que frecuenta por las madrugadas un minisúper 24/7 atendido por Danny (Ciangherotti), con quien establece “algo así como una amistad”. Una noche llega a la tienda Estela (Ambrosi), quien se une “al club” para descarrilar la rutina nocturna de Danny y Santiago.

Los directores de esta comedia dramática se inspiraron en el subgénero indie mumblecore, cuyas historias dan más énfasis al dialogo (a menudo improvisado) que a la trama, enfocándose en la interacción natural y espontanea de personajes entre 20 y 30 años.

Así pues, El club de los insomnes está contada “correctamente” y muy bien actuada, tiene en sus venas un agradable espíritu independiente, diálogos bien estructurados, creíbles y entretenidos.

Sin embargo, se quedó en un “efectivo ejercicio de estilo” que no se atrevieron a llevar a sus últimas consecuencias, con personajes que no exhiben sus entrañas al espectador, con situaciones que no se llevaron al límite.

No se exploró como hacer más emocionantes las escenas ni como establecer incógnitas sólidas para generar tensión en el público… ni siquiera la aparición del “mismísimo diablo” en el minisúper sacó de su carril a los personajes.

El club de los insomnes tiene estilo, pero no sustancia; no conmueve debido a su “intencional superficialidad”.

Lo más grave, es que desperdicia el recurso de las “criaturas nocturnas”, esa “fauna de madrugada” que acude a comprar al minisúper y se antojan más interesantes y complejos que los protagonistas.

Santiago, Danny y Estela son personajes asexuados, adultos que juegan scrabble a las tres de la madrugada mientras afuera, en la calle, la gente se asesina, se viola, se estafa, se golpea… vaya, suceden historias.

Es obvio que El club de los insomnes pretendía algo diferente. Sergio Goyri Jr (en entrevista para el podcast La linterna mágica, de Miguel Cane) habla de no querer caer en la “pornografía de la miseria” que impera en el cine nacional. Sin embargo, se pudo intentar con mayor efectividad.

Un buen ejemplo es Temporada de patos (2004) de Fernando Eimbcke, en donde, si bien los diálogos son el protagonista, su trama tiene los “amarres” necesarios para generar tensión, además de las “vueltas de tuerca” necesarias para sorprender al espectador.

En El club de los insomnes no ocurre esto, los pocos sobresaltos en el guion son previsibles y se resuelven de forma muy “gris”, asimismo, el final se conforma con “cumplir” y provocar una sonrisa complaciente en la audiencia (para conseguir esto fue un gran acierto la canción elegida para los créditos finales).

En palabras de su director, Joseduardo Giordano, se quiso un final “en donde pudieras sentir un poco de esperanza”. Y hasta ahí quedó.

El club de los insomnes es una opción recomendable para salir de la rutina fílmica, aunque se corre el riesgo de quedar insatisfecho.

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