El racismo es un problema social que normaliza ciertos clichés; por ejemplo, el de que ser “prieto” significa venir de una colonia pobre y no tener estudios. La misma sociedad pide lo que la televisión le vende, por eso los comerciales son de familias felices y blancas, donde “no hay prietos”.

Hoy se encienden las redes sociales por la campaña antirracista #PoderPrieto, encabezada por diferentes personalidades del mundo del espectáculo, entre ellas Yalitza Aparicio y Tenoch Huerta; quienes alzan la voz para denunciar que la industria del cine y la televisión asigna roles de ladrones, sirvientas y agricultores a gente de tez morena por default.

La misma industria fomenta que el ser caucásico es de “gente bien”, y gustan de galanes de telenovela “güeritos” de ojos claros y labios rosas, como Sebastián Rulli o Erick Elías. Esto es una constante racista en el mundo del espectáculo.

Dignificar el color de la piel morena es deshacerse del cliché del narco, cholo y gente de escasos recursos. Se pretende visibilizar la belleza de la piel morena y hacerla digna de cualquier rol, que sea aceptada en cualquier tipo de papel, ya sea de acción, drama o comedia.

La campaña, a la que se suman Mabel Cadena y Luis Fernando Peña, tiene como hashtag #Dondehayprieturahaysabrosura, lanzando un potente mensaje: la candela de la piel canela tiene tanto potencial como la piel blanca.

Se tiene estereotipada como belleza exótica a la mujer latina, frondosa y sexosa; un prototipo que se debe erradicar también para poder ser tomadas en cuenta en papeles principales, y no solo como “la puta de un narco”. Por ejemplo, el tono de piel de Martha Higareda le da mayor protagonismo que el de Maya Zapata, a pesar de que ambas son igual de talentosas.

En un país como México, donde más del 70% de la población es morena, esto no debería ser tema; sin embargo, nos aferramos a un ideal de “belleza clara”, como si la paleta de colores estuviera limitada.

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