Inicia el quinto mes del año y, este no es uno cualquiera, es época de pandemia. Mayo se hace notar por dos fechas importantes: “El día del trabajo” y “El día de la madre”; sin embargo, este también es reconocido por ser el mes de la masturbación. El tocar, sobar e incitar a los órganos genitales con el único propósito de obtener placer, es totalmente normal, y un derecho para cualquier persona.

“Recreación de ‘Danae’ de Gustave Klimt”, obra de Milo Manara

El goce de nuestro cuerpo mediante la auto estimulación no debe ser tabú, sin embargo, para las mujeres aún es un tema que causa vergüenza. La masturbación femenina está llena de prejuicios familiares, religiosos y sociales. Si una mujer vive libre su sexualidad, acepta abiertamente que explora su genitalia, que reconoce esa zona máxima de placer llamada clítoris (con su única función de proporcionar felicidad), es tachada de caliente y sucia: “¡Una señorita decente no se anda tocando ‘ahí’!… esas son cosas del diablo”.

Lejos de satanizar a las féminas por tocarse, se debe destacar que con dicha práctica se libera el estrés y dormimos mejor; pues cuando “nos damos amor” liberamos dopamina y oxitocina, dos importantes endorfinas responsables de las emociones en el bienestar del ser humano.

Sin embargo, la imaginación juega un papel importante, con los dedos, tocando los senos, al ritmo que te humedeces e imaginas el mejor escenario, ese que te hará llegar al máximo de la excitación, que te hará llegar al orgasmo. Y habrá que explorar otros recursos, como los vibradores, succionadores de clítoris o masajeadores, que prometen una experiencia altamente satisfactoria.

El placer, como derecho, debe ser bien fomentado, realizado y practicado; sin prejuicios ni señalamientos de carácter moral, puesto que es parte de nuestra salud sexual.

Celebra, libérate.

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