Es una vergüenza que en una ciudad que se dice tan avanzada y civilizada como lo es Monterrey, tenga que padecer un cáncer maligno para la sociedad en sus calles; y no me refiero al crimen organizado o a la corrupción política, me refiero a los fanáticos conspiranoicos.

Hace unos días fuimos testigos de cómo una turba de gente, de muy apenas 40 personas, salió a las calles a “protestar” por la implementación de la vacunación contra el Covid-19 y protestar en contra del uso del tapabocas.

Uno esperaría ese tipo de manifestaciones en ciudades con mayor índice de analfabetismo o donde la documentación científica no estuviera al alcance de todos; pero no, se dio en la capital industrial de México.

Este grupo de individuos alegaban que el uso del tapabocas causa un sinnúmero de padecimientos, todos ellos falsos en realidad, así como igualmente alegaban falsas teorías, al grado de irracionales, en contra de la vacunación.

Hace un par de meses también un pequeño grupo de personas se plantaron a las afuera de oficinas de gobierno para que se permitiera el uso del dióxido de cloro como tratamiento contra el coronavirus, basándose en afirmaciones pseudo-científicas, por no llamarles pseudo-investigaciones, pues carecían de toda ciencia.

Y para colmo, ahora, un individuo presuntamente intentó colarse en las oficinas de la Secretaría de Salud de Nuevo León, alegando que tenía la cura del coronavirus, pero al parecer traía en realidad otras intenciones, ya que, al parecer, quería atentar contra el titular de la dependencia.

El individuo, quien portaba un cuchillo, alegaba que con una mezcla de sustancias químicas podría curar el Sars-Cov-2, pero al ser cuestionado por los guardias de seguridad de la institución se puso violento y se pidió apoyo a la Seguridad Pública del Estado para su arresto.

Como ya algunos medios lo han mencionado, pero pocos han hecho caso, la humanidad está padeciendo otra epidemia, pero esta es de salud mental, y estos recientes casos de paranoia conspiranoica no son aislados, pues cuando varios se llegan a organizar pueden desencadenar hechos violentos.

La paranoia es la desconfianza no realista de los demás o la sensación de ser perseguido. En los casos extremos, como estos que hemos visto, puede ser una señal de enfermedad mental, la cual se llama Trastorno de Personalidad Paranoica.

Los conspiranoicos creen estar en lo cierto, y que organizaciones o poderes “ocultos” buscan esconder información que ellos consiguieron, sin el mayor esfuerzo, y la creen real.

Es en cierta forma muy similar al fanatismo religioso, que algunos especialistas consideran como una forma de neurosis o esquizofrenia, guarda ese aspecto de violencia al verse cuestionado y encarado por argumentos adversos a su forma de “razonar”.

Recordemos el atentado que ocurrió en el Capitolio estadounidense hace poco tiempo, todo fue organizado por conspiranoicos, gente irracional e inculta que cree férreamente en falsas teorías de “conspiraciones ocultas”, pero que están a la vista de todos en internet.

No han nada oculto en esto, pero lo que sí es muy evidente es un claro problema de desequilibrio mental en la sociedad, que para algunos es resultado de la pereza mental de algunos, pues ya no les gusta leer ni estudiar a muchos, mientras para otros, es gracias al alcance que ha tenido las ideologías neo-oscurantistas que atacan a la ciencia y a la tecnología.

Lo que sí es cierto y es constatable, es que se debe de hacer algo pronto, antes de que esas turbas de gente inculta intenten volver a imponer una “Santa Inquisición de la Verdad Absoluta” en la sociedad.

Ahí se los dejo de tarea.

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