Es una vergüenza que en pleno siglo XXI todavía existan en Nuevo León grupos de odio, que se dicen religiosos y están en contra del matrimonio igualitario. Esos grupos deberían de saber que los derechos y libertades humanas están muy por encima de cualquier superstición o creencia mitológica.

Supuestos grupos que presuntamente están “a favor de la familia” han intentado sembrar la semilla de la discordia y el odio en contra de la comunidad LGBT, solo porque no va acorde a sus creencias religiosas o mitológicas. Se han lanzado a atacarla al grado de intentar impedirle el formalizar sus uniones familiares.

Individuos de esos grupos (pues no les podemos llamar personas, porque no es concebible que una persona normal esté en contra de los derechos y libertades de los demás) han despotricado ante el hecho de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación haya invalidado los artículos que impedían el matrimonio igualitario en el estado de Nuevo León.

Cabe destacar que esta resolución se dio por la acción de inconstitucionalidad 29/2018 que fue promovida por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, por lo que los ministros encargados, después de realizar un análisis del caso, invalidaron los artículos 140 y 148 del Código Civil del Estado, ya que en ellos existía una violación a los artículos 1 y 4 de la Constitución Política Federal con respecto al principio de igualdad y no discriminación.

Estos individuos han “argumentado” que dicha decisión ha sido injusta, autoritaria y nociva; que es imponer una forma de pensar, que fomenta a tener una familia de cierta forma y que el estado debe de seguir “la institución del matrimonio de la familia”. Pero siendo honestos, todo esto es una vil falacia sustentada en sofismas.

Para empezar, la decisión de la SCJN no es injusta, pues surge de una acción de la CNDH quien defiende los derechos humanos de todos los mexicanos, no solo los de un grupo religioso en particular; ellos defienden a todos por igual.

Segundo, no es autoritaria, todo lo contrario. Está corrigiendo un error basado en ideologías impuestas autoritariamente que influyeron en la conformación original de dichos artículos, por lo que lo justo era corregirlos; por lo que de ninguna manera es nocivo, solo para aquellos que están en contra de los derechos y libertades humanas.

No se está imponiendo ninguna forma de pensar, se está defendiendo un derecho que había sido suprimido por ideologías basadas en creencias religiosas, no en derechos y dignidad humana, y eso se tiene que corregir.

No se obliga a pensar a nadie de ninguna forma, mucho menos a formar una familia de alguna forma específica; pero esos grupos de odio sí están cometiendo esa arbitrariedad, pues quieren imponer sus creencias a la fuerza sobre los demás.

Y por último, el matrimonio y la familia no son marca registrada ni propiedad privada de ninguna religión, es una asociación que se debe de dar y establecer por libre albedrío entre dos personas por voluntad propia, que merece ser oficializada ante la ley para así formalizar dicha unión. Ese es el verdadero compromiso de la pareja.

Recordemos que el casamiento religioso en realidad no tiene ningún valor real u oficial, es algo meramente honorario o simbólico; el realmente importante es el matrimonio civil.

El matrimonio igualitario es un derecho y una libertad que debe ser abierta a todo aquel que lo quiera. Basarnos en creencias sustentadas en sofismas no es honesto, mucho menos digno del ser humano. El estado y el país no le pertenecen a ningún grupo religioso, no tienen por qué intentar imponer sus creencias por encima de los demás. Somos un estado laico, y por el bien del país así debe continuar. No se impone ninguna ideología, es un derecho.

Si la gente ya no cree en tus creencias no es por falta de fe, es porque tus creencias carecen de sustento y de valor. Recuerda que si tus ideas necesitan ser creídas para ser “verdad”, entonces son mentiras.

Ahí se los dejo de tarea.

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