La historia de la Pacualita «novia» del aparador se ha convertido en una leyenda para las mujeres casaderas, todas quieren lucir en su boda el vestido que lleva puesto el maniquí, pues dicen es un augurio de un buen matrimonio.

Chihuahua.- Paseando por las calles de Chihuahua uno quizás pierda la noción del tiempo y ni siquiera se percate de que el sol ya se ha escondido y de que las ajetreadas y transitadas calles van quedando ya solitarias, mientras se escuchan los estridentes chirridos del bajar de persianas de los últimos comercios que van cerrando sus puertas.

Quizás, y solo quizás, nuestros errantes pasos nos lleven hasta la Avenida Ocampo donde la luz brillante de un escaparate, esquina con la calle Victoria,  atraiga nuestra atención y nos invite a averiguar lo que allí se expone. Es posible que, al descubrir tras el cristal a un maniquí vestido de novia, una extraña sensación nos invada y nos quedemos contemplando durante largo tiempo hasta el más mínimo detalle de sus facciones. Puede pasar que, mientras observamos los detallados surcos que recorren sus manos, nos parezca ver por el rabillo del ojo un movimiento sutil de su cabeza.

La leyenda de Pascualita, se ha ganado con el paso de las décadas el estar en los primeros puestos del imaginario colectivo y  legendario de México. Como toda buena leyenda que se precie, su origen es un tanto confuso y sus ramificaciones son muchas y variadas.

En su base, podemos contar que Pascualita está en el aparador de “La Popular” (que se considera la mejor tienda de vestidos de novia de Chihuahua), desde el 25 de marzo de 1930.

El maniquí fue traído de Francia, comprado por la dueña del negocio, la señora Pascualita Esparza Perales de Pérez. Desde el primer día, todo aquel que pasaba ante el aparador de La Popular se quedaba maravillado por la belleza del maniquí, que no tardó en tener nombre propio.

La dueña la nombró Chonita, porque había llegado a la tienda el día de la encarnación, pero el populacho tenía más fuerza y acabó por ser conocida por el nombre de su dueña, Pascualita (se puede leer que el maniquí tenía un gran parecido con su dueña, y de ahí el apodo).

La cuestión es que el maniquí se convirtió en una especie de ícono, teniendo en cuenta que los maniquíes de la época poco o nada tenían que ver con éste, realizado con sumo cuidado con cera, ojos de cristal y pelo de verdad insertado de forma artesanal. No es de extrañar que se le otorgara el título de la Novia más bonita de Chihuahua, título que continúa ostentando hoy en día.

También hay quienes afirman que por la noche “Pascualita” pasea vestida de novia por la tienda, que en ocasiones sonríe y hasta ha llorado, sin embargo todo ha quedado en leyenda o historia de un misterio que aún no se ha revelado, ya que el maniquí es cuidado celosamente por quienes administran la tienda, ya que décadas atrás “Pascualita” fue víctima de daños en su cara, mismos que fueron el resultado de personas que afirmaban que era un cadáver y que el alma de su dueña había sido tomada por éste, rasguñando el maniquí con la intención de sentir bajo la cera el cuerpo inerte de la hija de doña Pascualita Esparza.

Así que los que han administrado la tienda, tienen la encomienda de guardar celosamente el secreto de “Pascualita”, así como no permitir que nadie la toque y por supuesto que nadie la cambie de vestido si no es autorizado para hacerlo, misterio que seguramente pasará de generación en generación, como se ha hecho hasta el día de hoy en que el famoso maniquí ha soportado el paso del tiempo, cambiando de look y vestido según la época, pero siempre ahí en el aparador para ser admirada vestida de novia.

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