Es muy común ver en distintos medios de comunicación, y en las redes sociales, a distintos “influencers” que son fanáticos religiosos realizando falsos “juicios de valor”, según ellos desde su imaginaria “autoridad moral, pero lo que en realidad hacen es juicios de odio, condenando todo lo que no cuadre con sus ideologías.

Debemos tener en cuenta que la capacidad de hacer juicios morales es una habilidad humana que puede variar en cada individuo, independientemente de su afiliación religiosa. Es cierto que a lo largo de la historia ha habido casos en los que fanáticos religiosos han cometido actos atroces e inmorales, y han justificado acciones muy cuestionables en nombre de su fe. Pero también hay muchos casos en los que personas religiosas han sido ejemplos de integridad moral y han contribuido positivamente a la sociedad.

Existen varios factores que pueden influir en cómo las personas religiosas hacen juicios morales. Siendo más específicos, los fanáticos religiosos pueden interpretar su doctrina de manera selectiva o sesgada para respaldar sus propias creencias o deseos, lo que puede llevar a una moralidad subjetiva o incluso a comportamientos criminales. Además, las normas y valores morales de una sociedad pueden influir en la forma en que los individuos religiosos perciben y aplican su moralidad.

Es importante considerar que la religión no es el único factor que determina los juicios morales de una persona. La moralidad es compleja y está influenciada por una variedad de factores, como la educación, la cultura, las experiencias personales, y sobre todo en la reflexión ética.

Al igual que con cualquier grupo de personas, hay una amplia gama de perspectivas y comportamientos dentro de la comunidad religiosa. Los juicios morales de una persona son el resultado de múltiples influencias y no pueden atribuirse únicamente a su religión.

Si bien algunas personas religiosas pueden tener actitudes negativas hacia la comunidad LGBT, esto no representa a todos los seguidores de una religión en particular. Además, es incorrecto generalizar y asumir que todas las personas religiosas comparten las mismas opiniones o actitudes.

Los fanáticos religiosos pueden tener creencias y enseñanzas que consideran que la homosexualidad va en contra de sus principios religiosos. Estas creencias se basan a menudo en interpretaciones tergiversadas o mal interpretadas de textos religiosos, que pueden considerar que las relaciones entre personas del mismo sexo son inmorales o en conflicto con sus enseñanzas religiosas.

Es de conocimiento público de muchos sacerdotes, obispos y pastores de distintas denominaciones cristianas le han abierto las puertas a las familias de la comunidad LGBT, lo que ha sido de gran agrado en muchas comunidades, haciendo mucho hincapié en que para hacer esto se basan en el llamado “mandamiento del amor”, y en el texto de San Mateo “serán juzgados como ustedes juzguen”.

Lamentablemente el rechazo o la hostilidad hacia la comunidad LGBT no se limita exclusivamente a los fanáticos religiosos, ya que existen personas con diferentes perspectivas e ideologías que también pueden tener actitudes negativas. Los factores que contribuyen a esta actitud pueden incluir la falta de comprensión, la falta de exposición a diferentes perspectivas y prejuicios arraigados en la sociedad.

Es muy importante reconocer que el odio y la discriminación hacia cualquier grupo de personas, incluida la comunidad LGBT, no están justificados de ninguna manera. Cada individuo tiene el derecho a vivir su vida sin temor a la discriminación o violencia, y es necesario fomentar la tolerancia, el respeto y la inclusión hacia todas las personas, independientemente de su orientación sexual o identidad de género, para así mantener el orden y la tranquilidad en toda sociedad.

 

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