Hagamos un ejercicio mental, por un momento imaginemos que todos esos mensajes de los llamados “contactados” o “canalizadores” de extraterrestres, fuesen reales.

De forma hipotética, supongamos que tienen algún tipo de comunicación con seres de otros planetas; y que todo lo que ellos nos dicen es verdad. Solo hagamos la suposición. 

Todos ellos quieren ser tomados en serio y que se les crea lo que dicen; de acuerdo, hagamos este ejercicio. Ahora analicemos el contenido de lo que dicen los mensajes envían los “extraterrestres”.

 Aquí hay unos ejemplos:

“El cambio cósmico y planetario debe conformarse sobre la base de la asimilación profunda, interna, psicológica y mental”.

“El ADN se enriquece con el amor. Ese ADN no se enriquece de conocimiento ni de saber. Únicamente se enriquece del amor”.

Después de analizarlos a conciencia, de manera razonable y lógica, es muy difícil creer que esas palabras sean de seres “avanzados” o “superiores”, pues pecan de ignorancia. De hecho, el “cambio cósmico” no necesitaría para nada ser asimilado mentalmente, si fuese un hecho real solo se trataría de un evento astronómico natural y plenamente explicable por la ciencia.

Por otro lado, el ADN no se puede enriquecer con el amor. El amor, además de ser un sentimiento muy bello, es el efecto psicológico causado por una reacción bioquímica en nuestro organismo, pero que no afecta el desarrollo bioquímico del ADN en ningún momento, pues las hormonas liberadas no son tan densas o potentes para llegar a afectar el ADN de la persona.

Como todos sabemos, los «contactados y «canalizadores» dicen tener comunicación con “seres superiores», por lo que se autoimpusieron la misión de «dar a conocer los hechos que ocurrirán en el futuro” e incitar a que todos los escuchen con atención, cambien de conductas para dar a su vida un sentido más positivo «de cara al final de un ciclo cósmico en este planeta y a una renovación en su humanidad”, o, en otras palabras: Que se sometan a lo que ellos digan sin ser cuestionados. 

Seamos concretos, aunque intentemos tomar en serio lo que dicen, no podemos, ni debemos hacerlo, pues es un insulto al intelecto humano el creerle a individuos que se creen “elegidos” y que se autoproclaman como «mensajeros de los hermanos mayores del universo»; creerles solo por el hecho de tener  la gran habilidad de mentir con elocuencia y manifestar muy evidentes síntomas de mitomanía y megalomanía.

Si te niegas a creerles, o los cuestionas poniendo en duda lo que dicen, salen con amenazas del tipo:

“Ya no tienen excusa y todos serán obligados a asumir sus responsabilidades. La selección ya ha sido hecha y la separación también. Según los designios divinos, recibirá quien haya dado y le será quitado a quien ha quedado sordo y ciego”.

Pero no se preocupen, esto es una total falsedad, solo son sus arrebatos de coraje. 

Pero hay algo peor, estos tipos gustan de deshumanizar a quienes los cuestionan o refutan lo que ellos digan, usan argumentos atroces como: «Las grandes verdades han sido siempre las víctimas del escepticismo, esta negación de todo lo que escapa a la comprensión de la inteligencia humana», nada más falso.

Todos deberíamos saber que el escepticismo nos sirve para encontrar la autentica realidad de todas las cosas y fenómenos de nuestro mundo, pues no se apega a creencias ni a ideas preestablecidas, se apega a los resultados que surjan de evidencia sustentable y pruebas corroborables, aunque estos resultados rompan con el conocimiento pasado. Esto es lo que permite que la ciencia se corrija y avance.

Hoy en día, la ufología no necesita de la fe, pues la fe no sirve para eso; necesita de evidencia real y pruebas corroborables.

Las evidencias señalan que los “hermanos mayores del cosmos” son solo un timo creado para suprimir la facultad de pensar de las personas. Esos falsos mensajes no son más que mistificación que solo sirve para mantener a las personas en un estado pobre de sumisión y servilismo.

En esos «mensajes de extraterrestres» hay más mentiras que granos de arena en las playas de todo el mundo. Las alucinaciones de estas gentes son como la estricnina, bellamente transparente, pero mortalmente venenosa. 

No pueden tapar la luz del sol con su dedo, y, aunque cierren los ojos, el sol seguirá brillando. Quien quiera saber la verdad, que abra su mente y que pregunte por ella.

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