Hoy en día, hablar de libertades y derechos junto a deberes y obligaciones no es del gusto de muchos, son temas tan manipulados y corrompidos por algunos que debemos ponerlos en una balanza, basándonos en la lógica y la razón, para ver qué es real y funciona y desechar lo que no lo es.

Algunos individuos están poniendo demasiado interés en que otros sigan y obedezcan sus creencias e ideologías, como si fueran verdades absolutas, como si no existiera nada más allá de lo que ellos dicen. Pero si alguien tiene el valor de señalar lo contrario, ellos estallan en furia, atacan y descalifican a quien los cuestionó, pero sin dar argumentos para corregir el supuesto error.

Cierto tipo de desinformación se puede considerar casi “terrorismo desinformativo”, o “ciberterrorismo”, pues abusan de las redes sociales y el internet para propagarla.

El escudarse en la libertad de expresión para gritar repetidamente lo que quieran sobre los demás no es un acto noble, mucho menos honorable. Estos tipos no reconocen la libertad para cuestionarles lo que dicen o hacen, ni para exigirles explicaciones de sus actos.

La libertad de expresión es para servir a los demás, para funcionar en sociedad, no para promover ideas de odio o información falsa sobre agrupaciones o personas.

Lamentablemente, en tiempos recientes las ideas de odio y la desinformación han causado la muerte de personas inocentes, y pueden seguir matando a muchas personas. Son más peligrosas que un enfrentamiento armado o una pandemia.

Cierto tipo de desinformación se puede considerar casi “terrorismo desinformativo”, o “ciberterrorismo”, pues abusan de las redes sociales y el internet para propagarla.

Ejemplo de esto son los falsos pronósticos de terremotos, los falsos chemtrails, el movimiento antivacunas, el movimiento antiaborto, el veganismo extremo, la fobia a la ciencia y la tecnología o el odio interreligioso.

Esos líderes, pastores, o como se hagan llamar, que se aprovechan de situaciones particulares y mitos infundados, deberían de saber que no tienen ningún derecho, ni autoridad, para pasar por encima de los derechos, dignidad e integridad de los demás. Se convierten en viles tiranos, bestias sociales.

Se supone que todas las religiones están enfocadas a promover el amor y la paz, pero hay varios “clérigos” que están en contra de eso, simplemente por diferencias dogmáticas entre las distintas doctrinas. Creen que su “fe en dios” es superior a la de los demás.

El problema de la promoción de ideas de odio racista, odio interreligioso y xenofobia, es más riesgoso de lo que algunos suponen.

No importa de qué religión que seas, a quien adores, o que creas. Todos somos humanos y tenemos la obligación de convivir en paz, armonía y tranquilidad para todos.

Hay individuos tan astrosos que están en contra de la unión global de la humanidad, acusando a los promotores de la globalización de ser impulsores de un “nuevo orden mundial”; lo más irónico es que quienes apoyan más la globalización son las mismas personas libres, el mismo pueblo, quien por su libre albedrío desea la unión de la humanidad en una sociedad con paz y armonía para todos, sin divisiones ilógicas e irracionales.

Esos líderes religiosos deberían comprender que si las personas ya no creen en “la palabra de su dios”, es porque ellos son pésimos representantes de “él” en nuestro mundo, y todo señala que la versión de “su dios” no existe.

La humanidad ya no está para soportar más guerras por ideologías, tenemos que unir esfuerzos y voluntades para fundar un auténtico nuevo orden mundial, sin ideologías ni creencias ilógicas o irracionales.

Todo tipo de fanatismo religioso, ideológico o político, es un cáncer maligno para la humanidad. Todas las “guerras santas” o “limpias raciales” así han iniciado, con odios, envidia y rencor entre los miembros de distintas ideologías.

No importa de qué religión que seas, a quien adores, o que creas. Todos somos humanos y tenemos la obligación de convivir en paz, armonía y tranquilidad para todos. Tenemos derecho a vivir con tranquilidad y a no ser atacados por nuestras ideas mientras estas no dañen a otros. A los humanos se les respeta, a las ideas ilógicas e irracionales no se les debe de tolerar.

Como dijo el ilustre Immanuel Kant:

«El gobernante y el pueblo, o un pueblo y otro, no son injustos entre sí si se hostilizan por violencia o por astucia; la injusticia cometida se ejerce únicamente en el sentido de que no respeta el concepto del derecho, único principio posible de la paz perpetua”.

Es tu obligación saberlo, tienes derecho (y la obligación) de hacer el bien, pero no tienes derecho a causar el mal.

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