Colima, Colima.- La maestra en antropología lingüística por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Tonantzin Medina García, desarrolla la investigación cualitativa Nuevas formas de ser indígena. Formas de reproducción de la cultura.

Medina García, quien labora en el área de investigación lingüística del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)-Centro Colima, analiza la lengua, cultura y gastronomía de los indígenas que viven en las comunidades de Suchitlán y Zacualpan, en el municipio de Comala, y del municipio de Ixtlahuacán.

“Los pueblos indígenas son más que su lengua, en el sentido de que la lingüística plantea que cuando se adquiere una lengua se generan sistemas conceptuales, es decir, cómo conceptualizo el mundo a través de mi propia experiencia, y ese sistema conceptual, cuando ya no existe la palabra para decirlo, se traslada a otra lengua porque el entorno sigue siendo el mismo y se reproduce un sistema de creencias”, explicó la investigadora del INAH.

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Mtra. Tonantzin Medina García.

Además, la catedrática de la licenciatura en lingüística de la Facultad de Letras y Comunicación (Falcom) de la Universidad de Colima (Ucol) mencionó que no desaparece la cosmovisión del pueblo, solo cambia la lengua para poder comunicarse.

“La cosmovisión se mantiene en los planos más íntimos que puede ser la familia, la comida y las técnicas tradicionales para elaborar instrumentos y herramientas”, señaló en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.

Desde que comenzó su investigación en 2013, Medina García se ha enfocado en buscar todas las marcas o remanentes culturales de la cultura indígena para demostrar la existencia de estos grupos en la entidad.

Entorno cultural, ecológico e histórico

Afirmó que las comunidades indígenas buscan estrategias para reproducir su cultura y cada una de ellas tiene una actitud diferente hacia la reproducción de prácticas indígenas, lo que está relacionado con su entorno cultural y ecológico, su ubicación geográfica y la propia historia de la comunidad.

En el caso particular de Suchitlán, los habitantes han reproducido su cultura, gastronomía, danzas y artesanías a través del turismo, lo que se convierte en una nueva forma de vida; mientras que la comunidad de Zacualpan tiene sus prácticas culturales diferenciadas y marcas muy especiales en su español, que no muestran a los visitantes.

“Su cultura se reproduce en el plano de lo más íntimo, en el ámbito familiar o comunitario y no se le muestra a nadie, lo que de alguna manera es una forma de reproducir sus costumbres y al mismo tiempo es una estrategia de resistencia”, indicó la antropóloga lingüista.

En lo que se refiere al municipio de Ixtlahuacán, dijo que su población indígena fue muy relevante en tiempos precolombinos, por lo que existe una necesidad de recuperación de su cultura por medio de grupos comunitarios que difunden sus tradiciones.

Tamal de muerto
Tamal de muerto.

“Existe un deseo de esa reproducción y una lealtad a las prácticas culturales, lo que es una estrategia relacionada con su pasado y con su entorno”, expuso.

En estas tres comunidades indígenas, Medina García analiza los remanentes léxicos del náhuatl y las prácticas con mayor profundidad histórica, en las que plasman su cosmovisión indígena.

“En Suchitlán, en los altares de muertos colocan un muñeco de pan, que representa cada uno de los finados a los que está dedicado el altar y esos muñecos de pan se comen, lo que se relaciona con el ritual de la práctica antropofágica de los indígenas”, expresó.

Señaló que en Ixtlahuacán, la técnica del tejido de la fibra de acapán, que es parecida al ixtle, es reconocida como un elemento relevante de la cultura, que se ha llevado a cabo desde la época prehispánica.

“Hay distintas formas de reproducción de la cultura, con diferentes estrategias, dependiendo de la historia de cada una de las comunidades y su contexto, además de que muchas de las prácticas que se reproducen tienen una evidente raíz prehispánica”, finalizó la experta en lingüística.

Por Amelia Gutiérrez Solís

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