El Universo Cinematográfico de Marvel sigue buscando su rumbo tras el final de la “Saga del Infinito”, y Thunderbolts es uno de sus experimentos más interesantes en ese camino. Dirigida por Jake Schreier (Robot & Frank), la cinta reúne a un grupo de antihéroes y exvillanos en una misión que combina espionaje, acción y momentos de sorprendente profundidad emocional. Florence Pugh lidera un elenco carismático en una película que, aunque no escapa por completo de los clichés del género, logra destacar por su tono cohesionado y su enfoque en personajes más que en espectáculo vacío.
Desde el primer acto, Thunderbolts establece un ritmo ágil, evitando la sobrecarga de acción que ha plagado algunas entregas recientes del UCM. En su lugar, la película se centra en las dinámicas entre sus protagonistas, especialmente en la relación entre Yelena Belova (Pugh) y Bucky Barnes (Sebastian Stan). La química entre los actores es palpable, y el guion de Eric Pearson (Viuda Negra) y Lee Sung Jin (Beef) les da suficiente espacio para brillar. David Harbour como Red Guardian y Wyatt Russell como John Walker aportan un equilibrio perfecto entre comedia y pathos, mientras que Hannah John-Kamen (Fantasma) y Lewis Pullman (Vigía) sorprenden con interpretaciones llenas de matices.
Sin embargo, no todo es perfecto. Aunque la primera mitad de la película fluye con soltura, introduciendo elementos de intriga política y conflicto interno, el tercer acto cae en la fórmula Marvel de siempre: un villano genérico, una batalla final sobrecargada de efectos visuales y algunos giros narrativos predecibles. Es una lástima, porque hasta ese momento Thunderbolts parecía dispuesta a romper moldes. Personajes como Taskmaster (Olga Kurylenko) y la científica Audrey (Geraldine Viswanathan) terminan relegados a roles menores, y aunque Julia Louis-Dreyfus (Contessa) sigue siendo una presencia magnética, su personaje no evoluciona tanto como cabría esperar.
Técnicamente, la película es sólida pero sin grandes alardes. La fotografía de Gabriel Beristain (Blade II) opta por un estilo más sobrio que el habitual en Marvel, con planos bien compuestos y una paleta de colores fríos que refuerzan el tono de thriller. La banda sonora de Henry Jackman (Capitán América: Civil War) cumple su función sin destacar especialmente, y el diseño de producción, aunque efectivo, no alcanza la creatividad visual de otras entregas del estudio.
En conjunto, Thunderbolts es una película que demuestra que Marvel aún puede ofrecer historias entretenidas con personajes bien definidos. No es una obra maestra ni un cambio radical para el UCM, pero sí un paso en la dirección correcta: una mezcla equilibrada de acción, humor y drama, con un elenco que hace que cada minuto en pantalla valga la pena. Con un 92% en Rotten Tomatoes en sus primeras críticas, parece que la audiencia está respondiendo bien, y no es para menos. Si el estudio sigue por este camino, quizá la próxima fase del universo cinematográfico logre recuperar algo de esa magia que lo hizo dominar la taquilla durante más de una década.