En un universo tan establecido y estilizado como el de John Wick, lanzar un spin-off siempre implica riesgos: repetir fórmulas, sobrecargar el lore o simplemente vivir a la sombra del personaje original. Bailarina, dirigida por Len Wiseman y protagonizada por Ana de Armas, evita hábilmente estos errores, apostando por una narrativa más íntima, una estética marcada por el contraste entre la belleza y la violencia, y un personaje central que no busca imitar a Wick, sino redefinir el dolor desde otra perspectiva.
Dirección: un pulso narrativo más humano y contenido
Len Wiseman toma las riendas de este spin-off con una clara intención: devolverle al universo John Wick un enfoque más centrado, menos abrumado por las reglas y estructuras ceremoniales del Alto Consejo. Su dirección mantiene un ritmo firme, con secuencias de acción que no sacrifican emoción por espectáculo, y una narrativa que prioriza el desarrollo de su protagonista. El equilibrio entre los momentos de tensión física y los instantes de introspección emocional marca una diferencia notable con respecto a las últimas entregas principales de la saga.
Guion: venganza, identidad y vulnerabilidad
Shay Hatten firma un guion que, si bien no innova en su estructura, acierta al construir un arco narrativo sólido y emocionalmente efectivo. La historia de Eve Macarro —una niña marcada por la tragedia, entrenada por la Ruska Roma y ahora movida por el deseo de venganza— encuentra fuerza precisamente en su simpleza. El libreto evita enredos innecesarios y entrega una protagonista que comete errores, sangra y sobrevive, lo que aporta un grado de humanidad refrescante en el contexto de asesinos de élite.
Actuaciones: Ana de Armas, imponente y vulnerable a la vez
Ana de Armas se adueña por completo de la pantalla. Su interpretación de Eve combina intensidad física y profundidad emocional. Las secuencias de acción, coreografiadas con precisión, muestran su entrega al personaje, pero es en los silencios y miradas donde realmente brilla. A diferencia del impasible John Wick, Eve es más transparente en su dolor, más torpe en su camino, y eso la hace más cercana. El reparto de apoyo cumple con solidez: Anjelica Huston como la Directora impone con su presencia, Gabriel Byrne construye un antagonista inquietante aunque algo arquetípico, y Norman Reedus aporta misterio, pese a que su personaje podría haberse explorado más. La aparición de Keanu Reeves como John Wick es breve y funcional, sin opacar el protagonismo de De Armas.
Fotografía y diseño de producción: violencia y poesía visual
Filmada en locaciones de Praga y Francia, Bailarina ofrece una propuesta visual refinada. La dirección de fotografía explora contrastes dramáticos entre luces frías y cálidas, reforzando el dualismo entre la fragilidad de la danza y la brutalidad del combate. Los espacios —desde pasillos opulentos hasta escenarios industriales— están meticulosamente diseñados para resaltar la travesía emocional de Eve. La ambientación no solo acompaña, sino que dialoga con el estado interno de la protagonista, sumando capas de significado a cada escena.
Banda sonora: tensión melódica y atmósfera etérea
Klaus Badelt firma una partitura que se aleja del estruendo habitual del género y opta por una sonoridad más melancólica, con arreglos minimalistas que acentúan la vulnerabilidad de Eve. La música logra construir atmósfera sin sobrecargar, acompañando los movimientos de la protagonista como si fuera una coreografía más. La dualidad entre la formación clásica de Eve y su presente violento se refleja también en el score, que alterna lo sinfónico con lo electrónico de forma coherente.
Impacto general: una nueva voz en un universo familiar
Bailarina logra lo que pocos spin-offs pueden presumir: justificar su existencia y enriquecer el universo del que proviene sin depender por completo de él. Es una película de acción, sí, pero también es un estudio de personaje. En tiempos donde la espectacularidad a menudo se impone sobre la sustancia, esta cinta apuesta por un enfoque más orgánico, más emocional, sin dejar de lado las secuencias que los fanáticos del “gun-fu” esperan.
El filme no está exento de críticas —algunos secundarios quedan desdibujados, y la trama podría haber arriesgado más en su desenlace—, pero estos aspectos no opacan el logro general: una historia de venganza con alma, una protagonista que redefine la figura del asesino silencioso, y una expansión del universo John Wick que se siente auténtica.
Conclusión
Bailarina es una fusión afilada entre arte y violencia, donde Ana de Armas demuestra que no solo puede liderar una franquicia, sino también aportar una sensibilidad distinta a un género saturado de testosterona. Su dolor es palpable, su furia elegante y su presencia imposible de ignorar. Con esta entrega, el universo de John Wick no solo se expande: evoluciona.