Es terriblemente lamentable que, en pleno siglo XXI, se siguen manteniendo ideologías y creencias que promueven el odio y la discriminación en contra de quienes no las compartan. Lastimosamente, e históricamente, quienes más han inculcado las ideas de odio y discriminación, en contra de los que no piensan igual, son las personas “religiosas”.

Hay que ser honestos en esto, no todos han sido así, solo los que practican ese cáncer para la sociedad denominado fanatismo. Se dice que quien se la pasa presumiendo y hablándole de “su dios” a los demás, es en realidad quien más carece de ese dios que tanto presume. Como el refrán dice: “Dime que presumes, y te diré que careces”.

Vergonzosamente, esa doble moral (o moral a medias, por eso llamada “mocha”) ya ha traspasado las fronteras de los medios de comunicación y lo legislativo. A principios del siglo pasado, en Nuevo León se les llamaba “mochos” a los que fingían ser de religión católica, en algunos casos, judíos o cristianos protestantes que tenían que aparentar ser católicos para no ser excluidos y aislados de sus comunidades.

En el presente se les llama “mochos” a los supuestos católicos o cristianos que se dedican a promover la discriminación y el odio a los que no son de su mismo culto, aplicando la posverdad, alegando falsos valores morales o tergiversando conceptos científicos para justificar erróneamente sus ideas.

En fechas recientes, en Nuevo León se ha legislado a favor de la “objeción de conciencia” entre los médicos, una acción que atenta directamente en contra de los derechos humanos de las personas que tengan ideologías o creencias distintas a las que el médico tenga.

El servicio médico NUNCA debe de estar regido o limitado por creencias falsas o supersticiones obsoletas. Por ideas de este tipo, hoy en día todavía se tiene prohibido el matrimonio igualitario y el aborto en varias ciudades de México, por esa “cultura mocha” que promueve la discriminación y el odio basándose en verdades a medias y una falsa moral puritana.

Las ideas no se tienen por qué respetar si van en contra de la lógica, en contra de la ciencia y en contra de los derechos humanos. Se puede y se debe respetar a las personas, pero nunca a ese tipo de ideas corruptas y atroces. En sus libros religiosos les mandan amar al prójimo, pero se dedican a promover el odio en contra de ellos, piden que se respete sus ideas y sus cultos, pero no respetan al de los demás, por eso son “mochos”, porque su falsa ética está incompleta.

No tienen vergüenza esos que dicen defender a la familia y a la vida si se la pasan juzgando y condenando a todo aquel que no sigue sus creencias (sacadas del libro más corrompido y manipulado de la historia de la humanidad), ese que cada quien lo traduce e interpreta a su antojo según sus intereses personales. De ese dichoso libro, la única frase que vale la pena es aquella de “la verdad os hará libres”.

Pero esos falsos defensores de los valores y las buenas costumbres defienden a capa y espada su posverdad, aclamando mentiras duras y crueles en contra de aquellos que no les agraden. Como una pseudo-reportera que calificó a los miembros de la comunidad LGBTI de “abominaciones” y “obras de Satanás”, cosa que ni siquiera supo escribir bien.

Recordemos que tu “fe” no te puede salvar de nada, pues la “fe” solo es para aquello que no es cierto, ni existe prueba de que sea real, por lo que necesita que tu mente se someta a ello. Mientras que la confianza en lo que sí es cierto y constatable, nos puede dar la paz y tranquilidad que todos requerimos.

Quieren defender “la palabra de su dios” utilizando el odio y el engaño contra todo que lo les conviene, solo ponen en evidencia la oscuridad que habita en sus almas caducas y corrompidas.

Quien siembra odio y discriminación, siempre cosechará odio y discriminación. No pidas que los que no creen en tus creencias las respeten, no tienen por qué hacerlo. Si expones tus creencias públicamente, todos tenemos derecho a refutarlas y calificarlas por lo que son, así de sencillo.

Si no quieren que todos juzguen tus ideas, guárdalas en tu mente y tu corazón… ahí déjalas; que a los demás no nos interesa saber de tus vacíos existenciales, mucho menos nos interesa ver tu odio corriendo por la calle y las redes sociales.

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