Guadalajara, México, enero de 2020.- En 1935, Augusto Solís, cartelista mexicano, escribe cartas de amor a Lorelï Lüger en París. Pero Lörelï ya no vive allí, y el que las recibe es Jules Daumier, un joven repartidor de periódicos pobre. Carta tras carta, empieza una epopeya que los lleva de la Europa en guerra a Hollywood, pasando por África, siguiendo la pista de una espía alemana, prostituta y modelo de la Blanca Nieves de Disney. Dos generaciones después, sus nietos intercambian emails para completar la historia. Siguiendo la senda de las mariposas monarcas, poco a poco van abriendo el camino de la memoria hacia México, donde empezó esta loca historia de amor que trasciende el tiempo y las fronteras.

Repartidor de periódicos comunistas

Monarcas, una historia de amor y espionaje que recorre espacios y generaciones, habla de dos personajes, un mexicano y un francés; nuestro entrevistado es Sébastien Rutés, Juan Hernández Luna era el mexicano. Hernández Luna escribe cartas a París, a la dirección que le dio una mujer de quien se enamoró en un set de filmación, pues ella es actriz alemana; pero ella no vive en Francia. Ahí vive un joven repartidor de periódicos comunistas. Después de recibir muchas cartas, se decide abrirlas y contestar. Entre los dos personajes surge una amistad muy rara, porque vienen de medios muy diferentes, socioeconómicos, idiomáticos y culturales, en torno al personaje de esta mujer que desaparece, y reaparece, y reúne a todos los personajes de la novela por encima de tres generaciones. La novela abarca todo el siglo XX.

Le pidió a Goebbels que le regalara unas películas de Disney

La mujer misteriosa trabaja para los nazis, pues la utilizan como carnada para corromper a algunos industriales, o a quien aparezca; los nazis la usan porque es muy hermosa y deciden meterla en la filmación de Blanca Nieves, los nazis tenían mucho interés en Walt Disney, porque era uno de los pocos productores que no eran judíos en Hollywood, y Goebbels le envidiaba mucho la fuerza de propaganda que tenía el imperio Disney. Hay anécdotas, por ejemplo, de que Claire pintó a tres de los siete enanos, Rutés mencionó que se conservan los cuadros que se encontraron hace poco.

“Para la Navidad de 1937, la mujer misteriosa pidió a Goebbels que le regalara unas películas de Disney. Nosotros (Rutés y Hernández Luna) nos imaginamos que meten a esta mujer tan bella ahí como unas de las modelos para dibujar a Blanca Nieves, pues este personaje tuvo varias modelos para los movimientos, para las facciones de la cara y para las expresiones faciales tristes”.

La primera parte es epistolar

La historia de esta novela es muy rara, ya que se escribió a cuatro manos con Juan Hernández Luna, un escritor mexicano muy conocido, pero Juan falleció. Por consiguiente, estuvieron dos años juntos hasta que se enfermó, y Sébastien Rutés dejó la novela porque no lograba seguirla solo, pero la retomó, y estuvo trabajando tres años para terminarla.

Empezaron a escribirla en 2008, Rutés la publicó en Francia en 2015, fueron siete años y ahora se publica en México, más de diez años después de empezarla. Se puede decir, que la primera parte es una novela epistolar, pues Jules Daumier, el repartidor de periódico, lee las cartas que llegan, le contesta a Augusto Solís, y viceversa; ambos van explicando lo que saben de esta mujer.

Una novela que de seguro trascenderá

Esta mujer desapareció en Francia y el voceador, Jules Daumier, se ofrece a buscarla. En cada carta le va explicando a Augusto Solís, el mexicano, cuales son los logros e indicios que va descubriendo. Esta novela, como se ha mencionado, fue concebida a cuatro manos con dos personajes a la par. Por supuesto, hay otras novelas que así se han escrito, pero esta es muy particular, pues Juan Hernández escribía en español y Sébastien Rutés en francés; luego, Rutés tuvo que traducir del español al francés, para que luego alguien las tradujera al español ahora que se publica en México.

A la muerte de Juan Sébastien, ya no podía hacer el diálogo epistolar

“Es una novela en la que nuestras voces, nuestras palabras, se han entremezclado mucho y, a veces, después de diez años de empezarla, me es difícil saber quien escribió que capitulo o quien tuvo cual idea. No obstante, ahí estaban las palabras de Juan, y la idea, como lo acabo de mencionar, era un diálogo; pero cuando falleció, ya no podía hacer ese diálogo epistolar, pero el diálogo seguía ahí de otra forma, es decir, yo dialogando con las ideas. Juan había dejado las semillas de unas ideas que iba a desarrollar, pero ya no se pudo; entonces, yo tuve que desarrollarlas, pero no eran mías, sino suyas. Era otra forma de diálogo, de decir, ‘tú creaste un personaje así, pero yo no lo puedo llevar a donde tú querías’, porque este personaje es mexicano y yo no pienso como mexicano, ni tampoco sé cómo piensa este personaje. Entonces lo voy a llevar a otro lugar, espero que en una forma de dialogo. Juan no tenía muchas opciones de decirme que no, pero a veces sí”.

El público se emocionó

“La novela se imprimió cuatro días antes de llevarse a cabo la Feria Internacional del Libro (FIL), por lo tanto, no he tenido comentarios. Apenas (el día de la entrevista) está en las librerías, pero en la presentación de esta noche hubo muy buena respuesta del público, que al fin y al cabo no me conoce, porque es mi primera novela traducida, y a Juan si lo conocían porque lleva diez años de fallecido; sin embargo, la gente se emocionó con esta historia”.

“Por otra parte, las presentaciones de los libros en la FIL son muy cortas, incluso Paco Ignacio Taibo II, cuando habla, habla; y en seguida, yo hablé. En fin, hay muchas cosas que decir de esta novela, desde la concepción, las peripecias de la escritura y de la trama, así que no hubo preguntas. No obstante, el público se acercó y me dijo que se había emocionado de lo que habíamos dicho”.

Literatura epistolar tradicional, encubierta de modernidad

“La literatura epistolar era la forma adecuada para el diálogo, pues, cuando me quedé solo, la segunda parte es de narración tradicional. En la tercera parte, recupero los emails de los nietos de la primera parte, que funciona como una literatura epistolar tradicional, encubierta de modernidad. El título del libro es una metáfora de la transmisión, pues empezamos con unos personajes y terminamos con sus nietos. La idea es, ¿qué es lo que se transmite a través de las generaciones?, como los traumas. Hay que recordar que las mariposas necesitan tres generaciones para subir al norte y una sola para regresar. Cómo sabe la cuarta y quinta generación a dónde tiene que emigrar, algo se transmitió, pero no se sabe qué; esta es una parte de la metáfora”.

Trayectoria profesional de los autores

Sébastien Rutés (Francia, 1976), radica en Londres, Inglaterra. Es académico, imparte clases de literatura latinoamericana, fue investigador y trabajó literatura mexicana, en particular, pues se tomó un sabático largo, fue así como conoció a Juan Hernández Luna y otros amigos. Ahora también es traductor del francés al español. Como es investigador académico, está viajando mucho a toda América latina; igualmente, todas sus clases las impartía en español. Además, lleva tres días con un ritmo de diez entrevistas diarias. Se doctoró en letras hispánicas en la Universidad Sorbona Nueva de París. Es autor de Le Linceul du vieux monde (2008), La loil de l’ouest (2009), Mélancolie des corbeaux (2011) y La Vespasienne (2018). “Monarcas” es una novela escrita a cuatro manos con el novelista Juan Hernández Luna, quien dejó parcialmente trabajado el original.

Juan Hernández Luna (México, 1962-2010) fue escritor, promotor cultural y autor de novelas traducidas a varios idiomas entre las cuales destacan Tabaco para el puma (1996) y Cadáver de ciudad (2007), ambas galardonadas con el Premio Hammett de novela policiaca. Escribió poesía, guiones para cómic y cine, así como cuentos que le merecieron el Premio Latinoamericano de Cuento y el Premio Nacional de Ciencia Ficción.

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