En cómo las personas con discapacidad se empoderan para reclamar espacios públicos que por muchos años han permanecido ocultos y cerrados. Espacios que se piensan imposibles de alcanzar para ellos, partiendo que sus discapacidades imposibilitan la capacidad misma de soñar, buscar ser mejores y obtener logros que les reditúen en una resignificación del Estatus QUO que ocupan actualmente.

La inclusión, esa palabra tan vulgarizada que se ha vuelto popular en la política pública y escolar no es fácil de lograr, no sigue recetarios populistas, no se obtiene con fastuosos homenajes, no se construye desde un mandato dictatorial, no se conversa con presunciones de quien si es y quien no inclusivo, no es inclusivo quien lo grita a los cuatro vientos, no es gradual ni medible, no es tangible y si muy abstracta.

Hablar de inclusión invita a reflexionar sobre nuestro quehacer humano.

Lo que quiero decir, es que una actividad por sí misma no convierte en inclusivo a quien la práctica, no basta con que un chico con discapacidad se encuentre inscrito en un aula, si no se le da clases y si no se buscan diversas estrategias para que aprenda desde su propia diferencia; no basta poner una rampa, si la misma en vez de rampa es una trampa imposible de subir por la inclinación excesiva para alguien en silla de ruedas; no basta decir que me preocupan las personas con discapacidad, si en cada acto hago todo lo posible por impedir que vivan experiencias innovadoras por pretensiones o acomodos personales.

Seria mentiroso y riesgoso decir que tras las olimpiadas especiales regionales Zona Ríos, que hace algunas horas finalizaron en el municipio de Balancán, Tabasco, todos seremos inclusivos; no es así. Las olimpiadas especiales son una oportunidad para dinamitar la vida de estos atletas con discapacidad; ser el punto de inflexión para lograr un desarrollo óptimo en su vida personal y el empoderamiento social. No serviría de nada si se ve como un evento aislado y no arraiga una visión política, empresarial y de vida de quienes les apoyamos, en la cual se realicen adecuaciones en infraestructura deportiva de los espacios municipales para que estos atletas especiales, tengan donde practicar rumbo a las olimpiadas estatales de Tabasco.

Las primeras olimpiadas especiales regionales Zona Ríos, comenzaron a abrir un camino para estos atletas especiales, pero no basta con abrirlos, si después no se siguen usando. En verdad espero que las delegaciones de Tenosique, Jonuta, Emiliano Zapata y Balancán se conviertan en los embajadores más notables de cada una de sus comunidades, que el deporte se convierta en el camino incluyente que les empodere para en el futuro ser los pilares de la lucha por los derechos de la población con discapacidad.

 

Las opiniones vertidas en estas columnas pertenecen estrictamente a su autor y no de Tiempo Regio Diario Digital

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