Facebook ha accedido a hacer algo a lo que hasta ahora siempre se había negado: dar explicaciones de lo que hace con la información de sus 2.000 millones de usuarios. La empresa de Mark Zuckerberg ha declarado que va a enviar a sus representantes a declarar voluntariamente ante nada menos que seis comités de la Cámara de Representantes y del Senado de Estados Unidos, incluyendo los de Inteligencia y Asuntos Judiciales.

Es una medida que llega tarde. Porque a primera hora de la mañana, la Comisión Federal de Comercio (FTC, según sus siglas en inglés) abría una investigación para determinar si Facebook ha violado los términos de un acuerdo alcanzado con esa agencia del Gobierno estadounidense sobre el uso de la información de sus usuarios.

Además, Zuckerberg también ha sido llamado a declarar ante el Parlamento británico, para explicar cómo la compañía adquiere y retiene los datos de sus amigos, y qué medidas preventivas adopta para evitar que esa información pueda ser utilizada por terceros.

El fundador de la conocida red social deberá responder también a las preguntas sobre los vínculos de su compañía con Cambridge Analytica, la firma que utilizó y manipuló los perfiles de millones de usuarios con fines electorales, informa Carlos Fresneda.

«Todas las respuestas oficiales que nos han dado hasta ahora han subestimado este riesgo y han sido engañosas», ha asegurado el diputado conservador británico Damian Collins, presidente de la comisión parlamentaria que investiga la seguridad digital y el fenómeno de las ‘fake news’, en una carta digidida a Zuckerberg.

El comité parlamentario le emplaza a responder antes del 26 de marzo. «Ha llegado la hora de escuchar a un alto ejecutivo de Facebook, y con la suficiente autoridad, para que explique cómo ha podido producirse un fallo en el proceso», advirtió Collins, aun a sabiendas de que Zuckerberg no está obligado a comparecer y podría delegar en un alto cargo de la compañía.

«Hay un alto interés en el público sobre el tema de la protección de datos», añade Collins. «Estamos seguros de que usted entenderá la necesidad de un representante en lo más alto de su organización para hacer frente a esta preocupación. Dado su compromiso a primeros de año por arreglar Facebook, esperamos que ese alto representante sea usted».

Datos de 50 millones de usuarios

La razón de esta tormenta mundial es la publicación, por los diarios ‘The New York Times’ y ‘The Guardian’, de que 50 millones de personas entregaron, sin dar su consentimiento, su información personal y sus comentarios en Facebook a la empresa Cambridge Analytics, la principal proveedora de datos para las campañas en favor del Brexit y de Donald Trump.

La clave no es que esos datos fueran recolectados y enviados a Cambridge Analytica por GSR, una empresa que teóricamente había sido creada para elaborar un estudio psicológico de 270.000 personas. La controversia está en que Facebook no tenía aparentemente ningún sistema de control para impedir que GSR pasara de estudiar 270.000 personas -que sí habían dado su aprobación a entregar sus perfiles online- a 50 millones (que no sabían nada de ello), y en que cuando lo descubrió no hizo nada para corregir el problema ni para demandar explicaciones de GSR y Cambridge Analytica.

Lo único que hizo Facebook fue, primero, amenazar con llevar a los tribunales al ‘Guardian’ y al ‘New York Times’ cuando éstos descubrieron la jugada y, después, a falta de 24 horas para que ambos diarios publicaran la información, anunciar que rompía todos sus vínculos con Cambridge Analytica.

El lunes, cuando el escándalo ya había explotado y las acciones de Facebook se habían hundido un 7%, la empresa anunció que había contratado los servicios de dos empresas especializadas para que examinaran los sistemas informáticos de Cambridge Analytica, Aleksandr Kogan -el psicólogo ruso-estadounidense que fundó GSR- y Christopher Wilye -un ex empleado de Cambridge Analytica que ha sido la principal fuente de los dos diarios-.

En una muestra más de las incertidumbres del caso, Cambridge Analytica accedió a la petición, Kogan dio su aprobación verbal, y Wylie -represaliado por Facebook con la expulsión de esa red social y de Instagram- se negó.

Un modelo de negocio en juego

Facebook se encuentra, así pues, en una situación similar a la de los grandes bancos de Wall Street hace justo una década, cuando la hecatombe de las hipotecas subprime se cobró su primera gran víctima, el gigante de la banca de inversión Bear Stearns: después de haber predicado durante años las virtudes de la autorregulación y de haber declarado que cualquier norma del Gobierno sólo serviría para frenar la innovación (palabra sagrada en estos casos), se encuentra con que ni ella misma sabía -o quería saber- lo que estaba haciendo con sus clientes. Que, en el caso de Facebook, son sus usuarios.

Así que la empresa de la que Zuckerberg controla el 16% del capital, pero el 60% de los derechos de voto en la junta de accionistas ha caído en desgracia. Su cotización volvió a caer este martes, esta vez un 4%, porque lo que está en juego no es sólo su reputación: es también su modelo de negocio, que se fundamenta en la recolección de toda la información posible de sus usuarios.

De hecho, no es casual que la segunda empresa más castigada en Bolsa por estas revelaciones sea Google, cuyas operaciones se basan en el mismo principio. Facebook y Google, los dos gigantes del duopolio publicitario que controla el mundo, se han visto, así, en el punto de mira de quienes han despreciado e ignorado desde que existen: los reguladores.

Estas empresas no han pagado impuestos en los países en los que están operando, no han dado información a nadie sobre lo que hacen con la información que sus usuarios les entregan -a menudo, sin saberlo- y, ahora, se enfrentan a las consecuencias.

Para ser compañías que presumen de su capacidad para obtener y procesar datos, la excusa de decir que no sabían lo que pasaba con esos datos es poco creíble.

En el caso de Facebook, eso se suma a la caída de su crecimiento en la Unión Europea, y a la pérdida de un millón de usuarios en Estados Unidos y Canadá en el cuarto trimestre del año 2017, a medida que las generaciones más jóvenes optan por otras redes sociales, como Snapchat, y la empresa se ve sumergida en más y más acusaciones de malas prácticas en el uso de datos.

Con información: de el mundo

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