Hoy más que nunca, ser feliz es algo abstracto. Esta plenitud que supone la felicidad oscila entre el dinero, el número de seguidores en redes sociales, o, lo más peligroso, el concepto que tenga la sociedad y la familia de nuestra persona.

Odín Dupeyron lo sabía cuándo escribió ¡A vivir!, el monólogo donde expone su filosofía de vida mediante personajes y situaciones reales, ya sea propias o cercanas, y que lo encumbró como uno de los actores más rentables del teatro en México.

Ayer jueves se presentó en el Auditorio Pabellón M de Monterrey, ante una numerosa, pero sobretodo, receptiva audiencia.

Marciano y la “autoayuda”

¡A vivir! es el testimonio de Marciano, quien sube al escenario para contar su experiencia a los “graduados” de un taller de superación personal. Poco a poco, Marciano se rompe conforme cuenta al Dr. Augusto y sus compañeros la historia de su vida.

A las personas que aún no han vivido esta experiencia, podemos decir que el monologo es efectivo y brutalmente honesto. Su estructura sujeta al espectador de “a poco”, develando lentamente las entrañas del discurso de Marciano y provocando una singular empatía que es generada, en gran parte, por el increíble carisma y simpatía de Odín.

Sobre el escenario vemos a un gran histrión, cuya honestidad y compromiso con su espectáculo se palpa desde la recomendaciones y reglas a seguir en el teatro, para disfrutar a plenitud de su obra.

Su talento, y los 14 años de experiencia con este monólogo, consiguen un discurso orgánico, una interacción fluida con el público y una improvisación sobresaliente ante los detalles.

La trama conlleva cierta crueldad y egoísmo, con personajes entrañables cuyas decisiones podrían ser difíciles de comprender, pero lo suficientemente humanizadas como para aceptarlas en el contexto de la obra. Esto es un mérito más de Odín Dupeyron, pero en su faceta de dramaturgo.

El público del Auditorio Pabellón M, en su gran mayoría primerizos del show, despidieron de pie a Dupeyron. Se les notaba plenos, satisfechos con una obra que no pretendió “motivar”, ni “regañar”, ni “educar”. Simplemente ofreció una filosofía de vida tan básica como complicada de aplicar: Ser feliz, a costa de todo y anteponiendo nuestros deseos en todo momento.

Al final, Odín Dupeyron ofreció una breve sesión de preguntas y respuestas, algunas giraron en torno a los motivos de sus personajes, otras agradecieron al histrión por su entrega y sobresalió una pequeña niña de 11 años que dijo haber disfrutado mucho el monólogo.

“A vivir” es una obra emotiva, bien escrita, mucho mejor actuada, y altamente recomendable. Con sarcasmo expone a la religión, la “doble moral” de la sociedad y la farsa de la “industria de la motivación”. Si desea conocer más de las obras, libros y proyectos de Odín Dupeyron, puede seguirlo en sus redes sociales.

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